“sino yo triste y cuitado
que vivo en esta prisión
que ni sé cuando es día
ni cuando las noches son”
Cuando llegamos aquel centro, lo primero que pensé era en lo mal que olía y lo sucio que estaba todo por un momento eche de menos aquel piso en el que estuvimos durante tanto tiempo. Había como veinte personas o más persona en jaulas o lo que fuera aquello demasiado pequeñas para tanta gente y el agua no tenía pinta de ser muy fiable
Aun así había gente trabajando, pero estaba demasiado delgada otros tenía aspecto enfermo posiblemente por el agua. Empezaron a separar familia tuvimos suerte y continuamos juntos, pero nos quitaron nuestro equipaje, dinero etc. Pero mi madre antes de que nos lo quitaran se lo guardo dentro de la camiseta a pesar de que no era mucho pero lo íbamos a necesitar en algún momento.
Nos metieron en una de esas jaulas con otras decena de personas algunas llevaban semanas, otras muchísimos meses o algunos incluso un año.Y como vuelvo a repetir las condiciones era deplorables. Y no creo que hayamos hecho nada malo como para merecer esas condiciones, los presos tienes mejores condiciones que nosotros.
A pesar de todo aquello estábamos juntos y creo que era los más importante de todo. Había un un mujer que acercaba por las mañanas cuando no había tanta vigilancia y nos mantenía informados del exterior, de todo lo que pasaba o nos contaba historias a los niños y luego nos daba una migaja de pan, que a pesar de ser una migaja se agradecía. De pronto un día no volvió porque aumentaron la vigilancia, todos estábamos muy triste, algunos muy enfadamos e indignados.
Unos meses después estábamos muy delgados, y algunos empezaban a enfermar. De pronto nos soltaron habían demasiadas personas y nos soltaron sin más, por la zona oímos algunas personas hablar de un traficante que nos podía llevar desde Italia a Córcega y estaba dentro del precio que un nos podíamos permitir. Y el hombre acepto llevarnos. No estábamos muy tranquilos porque siempre que habíamos estado cerca de conseguirlo, todo daba un giro de ciento ochenta grados.
Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo mi familia
la mañana de otoño
yendo a buscar mi vida
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar
las velas trae de seda
tablas de fino coral.
Compañero que la guía
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma
los vientos hace amainar
las aves que van volando
al mástil vienen a posar.
A el hombre hace andar
camino a una barca ira.
Respondiole al compañero
tal respuesta le fue a dar
"Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va".
En este texto has descuidado mucho la puntuación y el romance no tiene mucho sentido.
ResponderEliminar