CAPITULO 2.
Memorias de un refugiado.
El refugiado sale de Madrid, a Valencia va encaminado,
allí deja su hogar, yermo y desheredado
Con lágrimas en los ojos muy fuertemente llorando
la cabeza volvía y quedábase mirándolo
triste me quedaba, dejando mi pasado.
Presente y futuro arruinados.
Ahora las lunas y estrellas, miro con amargura,
porque a la vida ya no tiene dulzura,
la vida, no aguarda la misma blancura
la salida llega, para evitar la captura,
ahora veo mi casa con demasiada espesura.
Ya no veo la vida igual, creo que he perdido la cordura,
mi corazón ha sufrido tanto, que ahora lleva armadura.
El viaje a Valencia en bus ha comenzado,
una maleta, un libro, algunas prendas y móvil me he llevado
para no saber si será requisado y de mi apartado.
Mi hermano a mi brazo se encuentra abrazado.
Y yo solo pienso en mi pobre amado
Mi madre a llorar ha comenzado, porque disparos ha escuchado
Mi corazón esta atacado, porque el bus a parado.
Resulta que una niña se encuentra caminando,
de los rebeldes ha escapado, y a su familia han apresado
A la niña, el hombre dejo subir.
Camino a Valencia comencé a escribir,
que lo único que pedía, a Marruecos llegar viva.
El bus no muy rápido iba, para evitar a la rebeldía
un camino emprendía sin saber si lo acabaría.
A Valencia llegamos, y el bus paró en comisaría,
Un hombre corpulento apareció, y mi padre pagó
con el dinero que habíamos recaudado,
de la casa y el banco nos había dado
todo para aquel hombre, tan malhumorado,
camino al barco hemos encaminado,
chalecos llevan mi madre y hermano
y mi padre el suyo me han dado.
Todo el camino mi padre estaba atormentado,
llegamos al barco y mi padre se despidió llorando.
El dinero no fue suficiente y mi padre se ha sacrificado,
cuando acabe de abrazarlo, el primer barco ya había zarpado.
y al segundo estuvimos esperando.
El bus no muy rápido iba, para evitar a la rebeldía
un camino emprendía sin saber si lo acabaría.
A Valencia llegamos, y el bus paró en comisaría,
Un hombre corpulento apareció, y mi padre pagó
con el dinero que habíamos recaudado,
de la casa y el banco nos había dado
todo para aquel hombre, tan malhumorado,
camino al barco hemos encaminado,
chalecos llevan mi madre y hermano
y mi padre el suyo me han dado.
Todo el camino mi padre estaba atormentado,
llegamos al barco y mi padre se despidió llorando.
El dinero no fue suficiente y mi padre se ha sacrificado,
cuando acabe de abrazarlo, el primer barco ya había zarpado.
y al segundo estuvimos esperando.