sábado, 29 de abril de 2017

Beatus ille

    Habíamos llegado a una comisaría  y la espera se hacía eterna, había gente que llevaba un día esperando a que les atendieran. Estaba desbordada.

    Y yo solo pensaba en mi madre en que haría ahora, estaba muy perdida  como si estuviera en un laberinto en el que no hubiese salida alguna, que fuera una trampa de ratones hambrientos desesperados por comer   migas de cualquier cosa que vean.

Y ahora me conformo con lo que sea, no me importa dormir en el suelo pero después de todo lo que he perdido por el camino que no me devuelvan a casa. Si ahora estoy perdida no se como estar allí. Solo quería irme de aquí y empezar de nuevo. Mi hermano estaba cansado y ambos estábamos en ruinas como Roma, anudados como Venecia y y rotos como un vaso de cristal después de caer al suelo.

Estaba sola, estábamos perdidos.

Conseguimos pasar el control policial y nos llevaban a un campo de refugiados, allí tendríamos que arreglárnoslas para sobrevivir. Comencé a llorar, escuchaba la brisa de la primavera que sustituía  a los aviones de mi ciudad, el canto de los pájaros en sustitución de balas y bombas y el sonido de risas y risas por el de gritos y llantos. Sustituimos el caos por la paz y la presión constante que tenía en el pecho desapreció.

Mi hermano y yo estuvimos de la mano desde la muerte de mi madre, la vida desde nuestra huida ha sido un giro de 180 grados constantemente, me gustaba la sensación de que ya la vida no nos podría dar más giros. Me gustaría que todos estuviéramos allí no me hago aun a la idea de que tenga que ejercer de madre por la fuerza. Me han obligado a madurar antes de tiempo.

Hebe la diosa de la juventud había decidido que era hora de madurar quiso que creciera antes de lo que yo había previsto, todo esto es culpa de los dioses; Acanmante por comenzar con la guerra, Tique por tan mala fortuna darme,  Poseidon por llevarse a mi madre en el mar, Elpis la diosa de la esperanza me la ha arrebataba constantemente y sobretodo Kore que no hacía más que llevarse a la gente que quería y a estado tan presente desde que comenzó la guerra.  


Vivo sin vivir en mi,
y de tal manera espero,
que muero porque no muero...


LLegamos al campo y todo era distinto a cualquier realidad que habíamos pensado, apenas había sitio y comida para nadie, habían tres grupos de agua potable para 22.000 personas que odian haber allí una vez más Elpis había vuelto de visita y nos había arrebatado la esperanza.

Habían personas que llevaban meses allí sin recibir ninguna ayuda del exterior, no me lo podía creer era algo irreal y de pronto me invadió una rabia inmensa que hardía como el fuego y una tristeza helada que quemaba como el hielo.